MI RINCÓN FAVORITO


 Esta semana la convocatoria juevera corre a cargo de Mag, desde La trastienda del pecado 




La primera vez que entré en el edificio me quedé fascinado por la majestuosidad, claustros antiguos con patios ajardinados, altas estancias con enormes lámparas antiguas, suelos y peldaños de mármol. A los tres días estaba deseando salir de aquella cárcel inhóspita, llena de compañeros desagradables con los que no conseguía empatizar, que sólo me buscaban para hacerme novatadas o reírse de lo menudo que era.

Así que en los descansos de después de la comida, tocaba correr con todas las fuerzas posibles, y una vez alejado del peligro, empezar como hacía Livingstone en las pelis, a descubrir lugares totalmente inexplorados. Había muchas habitaciones cerradas, muchas vacías y multitud de rincones. Hasta que un día descubrí un hueco en una ventana, en un tercer piso, lo suficientemente lejos como para pasar más de dos horas allí, sin que se escuchase acercarse a nadie, y si a alguien, en alguna rara ocasión, se le ocurría acercarse, delataba con tanta antelación su presencia, que me daba tiempo a salir de allí antes de su llegada.

La repisa de la ventana era inmensa, podía sentarme o acostarme, era luminosa, acogedora y daba a la calle, desde aquel rincón podía observar a la gente, sin que se percatasen de mi presencia. En mi pedestal seguro, observaba el mundo sin miedo, pero con la añoranza de querer poseer un poco de aquella libertad que parecían desprender los viandantes en su continuo discurrir por las calles.

Según fueron pasando los días de aquel comienzo de curso, en que mi madre había decidido cambiarme de colegio, a uno en la ciudad, en régimen de media pensión. Mi aburrimiento fue haciendo migas con un pequeño cuaderno de tapas rojas, que entre sus hojas, atesoraba la foto de un primer amor, del que me habían obligado a separarme.

Así fue, como empecé a escribir mis primeras cartas y mi primeros versos, en mi rincón favorito, diciéndole todas esas cosas a aquella chica, que por cobardía o por tiempo, nunca llegué a contarle.



Comentarios

  1. Que final tar tierno, aunque el comienzo un poco incierto. El mejor escenario de conseguir estar bien Contigo mismo no es un lugar lujoso, sino la compañía silenciosa que nos rodea. Un abrazo, Féliz resto de semana.

    ResponderEliminar
  2. Me ha hecho viajar a la página de un libro. He visto desde tu mirada, el paisaje y el sentimiento... Y me ha encantado, cómo encantado tu presencia en la convocatoria.
    Mil gracias por participar, Xan. Me ha hecho mucha ilusión.
    Un beso enorme.

    ResponderEliminar
  3. Magníficos elementos que propician ese lugar donde desnudarse… Una repisa que evoca libertad; esas letras que nos despojan de censuras y temores; y el amor…
    Has creado un bonito racimo de sensaciones que conforman ese rincón inspirador en el que fluir(se)...

    Un placer, Xan.
    Me ha encantado por su belleza y su sinceridad…

    Abrazo grande 💙

    ResponderEliminar
  4. Me ha gustado ese doble vertiente del rincón, por un lado lugar escondido donde protegerse del resto, y por otro lado, lugar privilegiado desde donde observarlos a todos "en libertad". La cuidada descripción te traslada enseguida a ese lugar especial! Un abrazo!

    ResponderEliminar
  5. Un relato tierno que me han transportado a mi infancia, también yo buscaba el alfeizar de la ventana para estar en silencia, sin saber eso porque me gustaba y lo buscaba. Hasta que un día me riñeron tanto al encontrarme allí, porque decían que era peligroso, que no volví más.
    Me gustó tu relato.

    ResponderEliminar
  6. Muy tierno tu relato. Tiene de todo: sentimiento, rememoranza, dolor por las burlas de compañeros crueles, regocijo y paz en tu rincón favorito y ese despertar de letras y recuerdos de amores pasados. Realmente precioso. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Una cálida descripción de un momento de tu vida que aprovechaste para reencontrarte. Gracias por compartir tus íntimos recuerdos. Un abrazo

    ResponderEliminar
  8. Un rincón que todos tuvimos alguna vez, un rincon donde podías gritar sin que nadie te escuchara... te entiendo.

    ResponderEliminar
  9. Me ha gustado mucho ese sentir y esa soledad donde a fuerza de desventuras uno encuentra a su corazón y de su alma salen cosas bonitas.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  10. Que calidez se respira en tu relato... Un rincón que es un trozo de libertad y de liberación de aquellos que no supieron ver en ti como el alma de aquel cuaderno. Muy bello, besos.

    ResponderEliminar
  11. Un relato lleno de ternura y ese sentimiento que muchos guardamos.

    Nos has hecho viajar y hasta emocionarnos.

    Un abrazo Xan y bonito fin de semana.

    ResponderEliminar
  12. Qué ternura y un rincón precioso.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  13. Un rincon no solo acogedor , sino necesario en este caso. Lejos de los depredadores, pARECE que el bulling o hayan inventado ahora, o que porque le han puesto ese nombre es mas de tener en cuenta. el mirar sin ser visto, aunque sea pasar a la gente, siempre es placentero. Quizas esos que veias pasr no eran tan libres como creias. Quizas iban a sus propios refugios, aunque fuera caminando.
    abrazoo Xan

    ResponderEliminar
  14. Finalmente ese edificio, no fue tan horrible. Es como en la vida, dividida en paradas. De vez en cuando se encuentra uno en una de ellas, varado, y de repente nos deslumbra la belleza. Un placer leerte.

    ResponderEliminar
  15. Hola, Xan:
    Gran relato de transición el que compartes, donde el paso de la infancia a la adolescencia es paralelo al de lector a escritor. Transición que no arrincona lo vivido, ya que el niño que fuimos no queda atrás; y todo escritor es ante todo lector.
    Un abrazo, Xan.

    ResponderEliminar
  16. De una mala situación, logras encontrar lo mejor de ti, un relato lleno de sentimiento
    Un abrazo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

NAVIDADES EN BLANCO Y NEGRO

Mira Bien; ¿Qué Ves?

ERAN OTROS TIEMPOS